martes, 8 de julio de 2014

El estanque

De color amarillo brillante, el estanque, se erige majestuoso ante mi.
Aquí la paz deslumbra todos los recovecos del lugar, como si de un ente misterioso y oscuro se tratase. Camino despacio, muy muy despacio, por todos ellos, intentando mantenerme serena, controlando muy a mi pesar, el inmenso caudal de emociones y necesidades que hay en mi interior.
Pero no puedo.
El estanque se apodera de mi.
Es una sensación tétrica, oscura, negativa... Una paz que amansa, que atonta y entorpece... Un bálsamo con final feliz para los malvados y peligrosos seres nocturnos que viven bajo esta cama de usar y tirar.
Y esta sensación se introduce por mis poros hasta llegar a mi riego sanguíneo, tornando mi sangre otrora, roja brillante, en un líquido pastoso y nauseabundo de color amarillento...

El estanque lo ha conseguido. Traspasó las puertas de mi ser.

Comienzo a respirar dentro de él. Me duele, pero poco a poco el dolor de la vida deja pasó a la sosegada muerte...
Nado, mirando a mi alrededor, empezando a ver lo que me espera en este acuoso mundo.
Las puertas se abren, la luz blanquecina hace su aparición estelar, las algas danzan en este espectáculo que se proyecta entre gotas de agua, unidas por algún apego especial o quizás por la necesidad canibal de supervivencia individual...
Me interno entre ellas, dejándome llevar por el ritmo del agua en su fluir continuo, un aleteo más y otro y otro... Y otro...
Y entre muchos aleteos, un alga me roza y me saca de mi ensimismada situación particular.
Si pudiera parpadear, si pudiera gritar de terror...
Giro sobre mi, muerta de miedo, miro a mi alrededor y no veo más que luz amarilla, agua amarilla, el estanque.
El estanque y nada más.

https://www.youtube.com/watch?v=UQWrb0O_dmo&feature=youtube_gdata_player

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viernes, 9 de abril de 2010

Cuentos Íntimos nº 2.


Me comentó un león el otro día que tiene un vecino que lo saca de quicio.
Al león le encanta correr y muchos días los dedica exclusivamente a darse una vuelta por la sabana para entrenar y correr cada día más en menor tiempo.
Su vecino, al que también le encanta correr comenzó a salir con él y juntos lograron grandes éxitos.
Durante sus correrías conocieron a otros leones, que como ellos, disfrutaban corriendo y mejorando en sus tiempos y el león vecino comenzó a tener mucha amistad con algunos de ellos hasta que un día dejó de salir a correr con su amigo de toda la vida.
La verdad es que el león no tenía culpa de que su amigo hubiera dejado de correr con él, estaba bastante liado con el embarazo de su compañera y no podía salir tanto como antes, pero aun así siempre sacaba tiempo porque lo que más le gusta de esta actividad era conversar largas horas con su vecino.
Un día temprano le comentó a éste que si salían a correr al día siguiente, su vecino le dijo que sí, que aceptaba gustoso ya que hacía mucho tiempo que no salían juntos y se marchó a correr, mientras que nuestro león se quedó allí en mitad de la llanura, viendo como su amigo se alejaba y él no podía acompañarlo.
Al día siguiente su vecino no vino a la cita y el león se puso muy triste.
Pasaron algunos días y volvió a encontrarse con él. Nuestro león estaba enfadado, le había fallado y ya eran muchas veces, ya no eran tan amigos como antes. Entonces en vez de hablar con él del porqué del plantón, se dio la vuelta y se marchó.
Nunca supo porque su amigo no salió con él ese día y tampoco supo que iba a decirle cuando se marchó cabreado de aquella situación.
Quizás hubo una buena explicación para ello o quizás no.
Pero nunca supo la respuesta. Tal vez la cojera pronunciada de su vecino era la solución, pero era demasiado orgulloso para preguntarle que le había ocurrido.

Ese era su gran dilema, pasar o enfrentarse a la situación y dejar el orgullo de lado.

jueves, 8 de abril de 2010

Cuentos Interiores nº 1


Érase una vez una pequeña hormiga que se sentía insatisfecha...
Daba puto asco cuando se ponía melodramática, pensando que todo le iba fatal y que no valía para nada, pero es verdad que la hormiga era buena en algo, al menos eso pienso yo.
Intenté dedicarle unas cuantas palabras de afecto aquel día, pero ni por esas, la verdad es que era un rollo tener que estar sentada allí con ella, con todo el puto sol de frente, dándome en los ojos, y como los tengo pequeños...
En fin, que me jodí y le dije que nos fuéramos a dar un paseo por la alberca, para cambiar de aires.
- "claro, como tu tienes las patas fuertes y grandes, ¡vámonos a la alberca!, no te jode..." - me contestó la gilipollas.
- ¡Qué coño quieres que le haga! macho... siempre quejándote. - le contesté de mala leche, pero es que me tenía hasta los mismísimos cojones.

Siempre pensando en negativo, no se da cuenta de que tener unas patitas cortas vienen genial para algunas cosas, pero erre que erre siempre con la misma cantinela... que si tengo las piernas cortitas, que si mis antenas no sirven de nada, vaya culo más gordo, mira que no tengo ni fuerza pa llevar esa pipa... vamos, lo de siempre, y yo le digo, "¡pero bueno! si estás super fuerte y puedes con esa pipa y con cien mil más a la vez", pero ella agacha la cabeza, deja escapar una lagrimita y se conforma con el conformismo.

Ya no sé que hacer con esta gothic-hormiga, como yo le llamo, parece la reina de la oscuridad de las hormigas, y es que a veces es tan difícil hacerle ver que no todo es tan negativo como ella cree... las cosas suceden por algo y uno es como es por algo, para algo y no porque sí y ya está.
Solo hay que creer un poquito en cada uno y no intentar andar el camino demasiado deprisa...
... pero ella nunca me escucha, se limita a sonreír y ya está.

martes, 6 de abril de 2010

Miradas


Me gusta saber que hay cosas que nunca cambian...

La profundidad que nos embarca en un mar eterno, me hace pensar que existen miles de millones de historias que se contaron con otras palabras y ahora, intentando reencontrar la parte de mi que dejó de existir y aquellas otras partes que renacieron y están aquí, vivo día a día con la intención de mezclar lo nuevo con lo antiguo y los recuerdos con los sueños...


Me gusta saber que allí, en ese lugar de reencuentro, todo sigue igual.

domingo, 21 de marzo de 2010

Lo complicado de lo simple


Cuanto tiempo ha pasado ya.
A veces me sorprendo de la rapidez con la que se van los momentos.
Los años se suceden y nunca parecen que tengan 365 días con sus respectivas 24 horas.
Hoy recuerdo todos aquellos días en los que se sucedió mi vida. Momentos claves, cambios significantes dentro de lo que yo siento que es mi existencia.
¿Cuántas cosas insignificantes habrán ocurrido a lo largo de esos días que han dado lugar a cambios venideros de gran importancia?
Supongo que bastantes... y todos han pasado por mis ojos sin ser vistos apenas.
Ahora, cuando vivo otro momento, recuerdo momentos que sin duda fueron especiales, momentos que allanaron el camino que actualmente piso, momentos que doblegaron mi alma y me hicieron caer en un mar de lágrimas tantas veces, que no sé si eso de que los seres humanos no solemos caer más de tres veces en la misma piedra, me parece un dicho acertado.
Cualesquiera que sean esos momentos, pienso que sin lugar a dudas yo no sería la que soy sin ellos. Me gusten o no, sé que son míos, que no me los quita nadie y que me gusta recordarlos en días como en los de hoy, con lluvia, en mi casa, tranquilamente, llena de diferentes ruidos y músicas de cada habitación.
Necesitaba un momento como este, con canciones que me trasladaran a un pasado ni muy reciente ni muy antiguo...
Un pasado que sin duda no recuerdo cuando formó parte del propio pasado.

.... una flor de loto...
... una historia de Sherezade, que dio lugar al comienzo del cambio...
... hay un eterno castigo...
... las cadenas se desatan... la libertad ha llegado...
... un viaje sin retorno a la tierra de los cartagineses...
... las palabras fueron avispas...
... blanca esperma resbalando por la espina dorsal...
... un adios...
... un arco precioso en mitad del mar...
... una chispa in-adecuada...
... un mensaje en internet...
... vino, cerveza y cubatas...
... soledad...
... un sol venido de León...
... locura...
... sexo....
... amigos con derecho y sin derecho...
... un tal Dario...
... una segunda casa...
... mis primeras travesias...
... sus ojos azules inundando mi vida...
... un querer y no querer...
... un error...
... la solución...
... a contracorriente...
... una cerveza en la reserva...
... bicis, cuentas, senderos y montañas...
... vias...
... quintos, sextos y siete A...
... cenas en el molino...
... trabajos y destrabajos...
... Granada...
... sábanas de color violeta con olor a ¿sexo?...
... una mañana gris...
... y sus ojos azules siguen aquí, inalterables, dándome la paz que tanto necesitaba...

" escribe con carbón
y en mi pensamiento,
que cruzamos océanos de tiempo
dibujando los garabatos
de mis fantasías
poco es tanto
cuando poco necesitas"

La chispa Adecuada - Héroes del Silencio.

martes, 16 de marzo de 2010

Reflejos solares 1.


Miro al sol y me llena de sentimientos que si bien no estaban a la vista ahora parecen aflorar bajo los almendros en flor.
Dos años a tu lado, sintiendo que quizás las cosas pueden torcerse o mucho peor, desaparecer, pero sigues ahí como el arco iris después de llover. E indudablemente, me encanta.
El reflejo solar de hoy me lleva hasta los despertares contigo, hasta el calor de la noche bajo tus abrazos y sé que aunque no me lo digas me tienes cariño.
Me tranquiliza saberlo, pensar que soy diferente para ti, parte de ti y que nada va a cambiar, aunque yo viva en Londres y tú en Madagascar, como un día me dijiste... desde entonces soy tu sombra, tu más fiel admiradora, y no me siento mal por ello, por quererte, por pensar que tú si eres el que yo había esperando siempre.
Me gusta pensarlo porque es un himno a la esperanza, a la perfección, que aunque algunos digan que no, para mí si que existe, bajo la imperfección de tu mirada, de tus palabras, de tus hechos, de tus sentimientos...
Y eso, solo eso... me hace sonreír al mirar el sol a través de la ventana de nuestro salón...

Y todo por un simple despertar... a tu lado...


domingo, 7 de marzo de 2010

Visitas




































La tranquilidad de casa cuando todos duermen.
El pueblo está más que silencioso. Puede que en estas horas hayan pasado solo dos coches por la calle.
La sensación de paz.

El calor de mi Almendrita durmiendo sobre mis piernas... sé que ella me quiere y al mirarme corrobora mis pensamientos, con sus ojos de agua mar, con su cálida mirada.
Me siento culpable por tener que dejarla de nuevo. Después de todo lo que ha pasado durante estas dos semanas y me lo cuenta, como ella
puede, sacando su lenguecita para que vea los estragos que ha hecho el veneno en ella.
Me siento mal solo de pensar que no voy a volver a verla en semanas.
Pero disfruto del momento de vivir con ella estas horas... agradeciéndole que no me lo eche en cara.

La contradicción de volver al pueblo de visita-médico.
No quieres venir porque en tu vida privada a 200 km se vive bien, sin obligaciones impuestas desde el exterior, sin pausas marcadas, sin cortafuegos parentales...
Pero una vez que estás aquí, ese silencio, esa tranquilidad, ese mar en calma que es el clima de esta casa, me retiene y me obliga al menos a descartar la idea de quedarme un tiempo más.

El Sr. Monetes acaba de entrar.
Su cabeza huele a pasta de dientes, seguramente a causa de haberse tumbado en su lavabo-cama-casa.
Me acaricia la cara con su patita peluda. Sí es difícil de creer, pero es el único gato que sabe acariciar.
No para de jugar. Cualquier objeto se vuelve un mundo de infinitas posibilidades sobre sus audaces uñas y lo envidio. Con lo pequeño que es el jodio y lo grande que está, aunque hay que decir que el nuevo collar que mi madre le compró no le favorece en absoluto. Pero es gracioso, está mono...

Los voy a echar de menos... para descansar, para evadirme, para sentirme querida.

Pero es lo que tiene volver a casa y tener que marchar... que recoges y dejas, que disfrutas y anhelas, que vuelves y te vas...

y te vas... y vuelves...

... pronto, muy pronto...